Ilustración en torno al híbrido llamado Asanjo que Alberto Morán Roa tuvo la despiadada y dulce idea de pedirme para la segunda parte de su obra El Rey Trasgo, Títeres de Sangre. En algún lugar, un drakkar vikingo ha arribado a costas marfil orladas de dorados bosques ignífugos eternamente en llamas por lo que me ha hecho.
Pero así es la sangre.
Esperados, guarecidos nacimientos
que la Noche unge con néctar y espinas.